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«La Sombra de la Historia: Un Hombre, un Siglo, una Convergencia Espeluznante»

El cine y la televisión han retratado con frecuencia figuras como Hitler o Churchill, pero Benito Mussolini ha sido notablemente ausente en la narrativa audiovisual sobre la Segunda Guerra Mundial. Esto es sorprendente, considerando el impacto que tuvo su régimen en Europa durante la década de 1930 y principios de 1940. Sin embargo, cuando el director Joe Wright, ganador del BAFTA y responsable de títulos como Orgullo y Prejuicio y Darkest Hour, abordó esta cuestión en una conferencia de prensa reciente, su respuesta fue inmediata: «Después de la guerra, los italianos ocultaron en cierto modo todo el período fascista. La culpa no es solo del cine, sino también de la sociedad italiana».

Wright sugiere que esta omisión se debió a una mezcla de facticidad y política. Por un lado, después de la derrota italiana en la guerra, muchos italianos buscaron olvidar el pasado y construir un futuro sin los estigmas del fascismo. Esto se tradujo en una falta de interés por representar o explorar el período fascista en la narrativa audiovisual. Por otro lado, la Italia republicana post-guerra estaba profundamente dividida políticamente, lo que hacía difícil abordar el tema con sensatez y objetividad.

La ausencia de Mussolini en la pantalla puede verse también como una forma de evasión emocional. El régimen fascista italiano fue responsable de atrocidades como la invasión de Etiopía, la Guerra Civil Española y la persecución a los judíos. Representar su figura sin mitigar sus crímenes podría ser visto como ofensivo o inapropiado. Wright sugiere que esta evasión emocional se tradujo en una falta de interés por explorar el período fascista, lo que llevó a una omisión significativa en la narrativa audiovisual sobre la Segunda Guerra Mundial.

A pesar de esto, hay algunos ejemplos notablemente bien hechos de representaciones cinematográficas de Mussolini. El filme «Fellini’s 8½» (1963), dirigido por Federico Fellini, presenta una escena en la que Mussolini es retratado como un anciano aislado y temeroso, lo que refleja su declive moral y político. En otro sentido, el filme «Vita è Bella» (1997), de Roberto Benigni, presenta una historia sobre la Resistencia italiana durante la guerra, en la que se puede ver la figura de Mussolini como un personaje secundario.

Aunque la ausencia de Mussolini en la pantalla es notable, Wright sugiere que no hay razón para no representarlo. «La historia es la historia», afirma. «Debemos aprender de nuestros errores y de nuestras victorias. No podemos olvidar el pasado». Es posible que el filme «Mussolini and I» (1985), dirigido por Marco Bellocchio, sea un ejemplo de cómo se puede abordar este tema con sensatez y objetividad. El filme presenta una historia sobre la relación entre Mussolini y el poeta italiano Pier Paolo Pasolini, lo que permite explorar la complejidad del personaje sin glorificarlo ni ridiculizarlo.

En resumen, la ausencia de Mussolini en la narrativa audiovisual sobre la Segunda Guerra Mundial puede verse como una forma de evasión emocional y política. Sin embargo, es importante recordar que la historia es la historia y que debemos aprender de nuestros errores. Representar a Mussolini con sensatez y objetividad puede ser un camino importante para comprender el pasado y construir un futuro más próspero.