En la cuna de los Himalayas, Nepal está sumido en un caos sin precedentes desde hace días. La prohibición de las redes sociales por parte del gobierno nepalí ha desencadenado una oleada de violencia sin igual en Katmandú, la capital del país. Al menos 25 personas han perdido la vida en enfrentamientos entre manifestantes y fuerzas de seguridad, mientras que edificios oficiales, instalaciones de medios de comunicación y líderes políticos han sido objeto de ataques violentos.
La protesta juvenil contra la corrupción y la falta de transparencia gubernamental comenzó el lunes pasado y rápidamente se extendió por todo el país. Los manifestantes, muchos de ellos estudiantes y trabajadores jóvenes, tomaron las calles de Katmandú y otras ciudades para exigir justicia y cambios políticos. La violencia estalló cuando los líderes políticos y funcionarios gubernamentales intentaron dispersar a la multitud con gases lacrimógenos y balas suaves.
Entre los edificios oficiales objeto de ataques hay el palacio de Singha Durba, sede del Parlamento y del Gobierno nepalí. El emblemático edificio, que ha sido testigo de importantes momentos políticos en la historia del país, está rodeado por barricadas y patrullas policiales después de ser incendiado por manifestantes enfurecidos.
La prensa nepalí también no ha escapado al ataque. Varios periodistas han sido golpeados o detenidos mientras intentaban informar sobre los disturbios. La redacción del principal periódico nacional, Kantipur Daily, fue objeto de un asalto armado y varios periodistas resultaron heridos.
La dimisión del primer ministro, K.P. Sharma Oli, en la noche del martes no ha logrado calmar la situación. El nuevo primer ministro designado, Radhe Krishna Shakya, ha prometido investigar los incidentes y tomar medidas para restaurar el orden y la tranquilidad en el país.
La violencia y el desorden en Nepal han generado una gran preocupación internacional. La Organización de las Naciones Unidas (ONU) ha condenado los ataques violentos y ha pedido al gobierno nepalí que tome medidas para proteger a la población civil y garantizar el respeto a los derechos humanos.
La situación en Nepal es especialmente grave porque el país ya enfrentaba grandes desafíos económicos, sociales y políticos. La prohibición de las redes sociales había generado una gran cantidad de frustración y malestar entre la juventud nepalí, que veía en ellas un medio importante para expresar su disgusto con el sistema político y exigir cambios.
En este contexto, es importante recordar que la lucha por la justicia y la transparencia política no puede ser silenciada ni reprimida. Los nepalíes tienen derecho a expresarse y a buscar cambios sin temor a represalias o violencia. El gobierno debe trabajar para restaurar la confianza de la población civil y garantizar el respeto a los derechos humanos, en lugar de recurrir a medidas autoritarias y violentas.
En última instancia, Nepal necesita un proceso político más democrático y transparente que permita a la gente expresarse libremente y ejercer su derecho a elegir líderes que realmente les representen. La violencia y el desorden no pueden ser justificadas ni tolerados en un país que busca construir una sociedad más justa y próspera para todos sus ciudadanos.